Espada de Damocles
24.10.2022
Para ser sinceros no soy alguien que guste de dar consejos, es más, no suelo hacerlo y cuando lo hago, lo hago con reservas —sin tomar una actitud de cuidar cuando no es propiamente responsabilidad mía—.
Borrar de la mente de quienes desean adentrarse al mundo de las letras el paradigma de "todo escritor exitoso a más de tener lectores jamás ha enfrentado el fenómeno de la página en blanco y cómo hacerlo si goza de un vocabulario vasto", grave error. Tildar la figura del escritor como un inalcanzable y en consecuencia, no poder yo acceder a esa imagen.
Para tranquilidad tuya y mía, todos hemos de enfrentar la página en blanco con respeto y dudas por igual. Querer escribir, tener la idea pero no saber cómo va a resultar. Sin importar la experiencia, los años por detrás, la duda de si serás capaz de hacerlo bien siempre estará ahí, latente.
Y lo peligroso no es tanto que dudes, lo peligroso es que te mantengas lejano del lápiz por no querer enfrentar los miedos que nublan tu mente y te mantienen bloqueado.
Un escritor busca ser leído, una verdad parcialmente absoluta te preguntarás porqué. Uno no escribe porque sí —o al menos no debería—, uno escribe porque tiene algo que cree que merece la pena contar —porque le apetece, le hace falta—, pero el arte de escribir va más allá de eso, y así como importa el qué, importa el cómo; lo primero que necesita una idea para ser perfecta es que su creador tenga fe en ella. Al menos la suficiente como para contarla.
Escribir es luchar contra la inseguridad, día tras día. Habrá momentos mejores que otros, puede quizá que nunca nos sintamos completamente seguros de nosotros mismos —de nuestros conocimientos en el tema, de cómo ha quedado el manuscrito, es que acaso ya está terminado o hace falta una modificación más—, pero al menos aprendemos a encerrar al miedo en un armario el tiempo necesario para que nos deje crear y disfrutar el proceso.
Escribir es un trabajo para valientes, pero no hace falta serlo demasiado. Si fuese necesario una enorme cantidad de valor probablemente siquiera estarías leyendo esto.
Me despido no sin antes remarcando que escribas sin temor ni expectativas, ¿importan? Sí, pero éstas no deberían apartar tu mente del poder disfrutar de la materialización de tu creación, de aquella idea que por años ha aguardado en tu cabeza y que por fin, hoy ves plasmada en el ordenador, hojas. Hazlo cuando ya tengas el escrito, solo así lograr publicar será un lujo y estarás viviendo el sueño de que más personas te lean y sepan lo que deseas decir.
Lee mucho, se inconformista, aprende y mejora pues de no hacerlo estarás muerto —creativamente, espero—. Sé esa cara del escritor que es sencillamente bella desde su imperfección; letras del alma perfectas, pero imperfectas en cuanto a la versión a la que deseas aspirar. Ama, cree, expresa y siente.